La magia me hizo sopesar mi desagravio
No era pensar en ilusos campos de lo cliché
La calma venía por mí a compensar mis estribos,
A conquistar la melodiosa sinfonía de la paz.
No viví la guerra por luchar una batalla conmigo
Tenía las manos teñidas con tinta insigne;
Me perdí dormir por estar despierto hoy
Y no imagino que curvas trazan las palabras.
Si le contara mis pecados al ruiseñor,
Regaría de sangre las palmas con calor,
Estrangularía la ira y la dejaría comer mi corazón,
Gobernaría preso del alma y mi soberanía sería la razón.
Miguel Ángel Subercaseaux.